|
Nuevo Rostro de Lavado de Activos: riesgos
emergentes y el desafío para Ecuador.- Criptomonedas, comercio digital, Fintechs y
microtransferencias están redefiniendo el lavado de activos en la región y
plantean nuevos retos para Ecuador REALIDAD. El lavado de activos utiliza cada vez más tecnología
El lavado de activos en Ecuador dejó atrás la imagen clásica del dinero en efectivo y las transferencias bancarias evidentes. Hoy, según un estudio de gestión de riesgos, el lavado de activos opera de forma fragmentada, digital y transnacional, aprovechando vacíos regulatorios, tecnologías emergentes y modelos de negocio legítimos para ocultar el origen ilícito de los recursos. Lavado de activos: un delito más sofisticado y difícil de detectar Las organizaciones criminales ya no mueven
grandes montos de una sola vez. Prefieren miles de transacciones pequeñas,
contratos aparentemente legales y plataformas tecnológicas que priorizan la
experiencia del usuario sobre los controles antilavado. Esta evolución ha
superado a muchos sistemas tradicionales de prevención, diseñados para
detectar señales evidentes como movimientos bruscos o montos inusuales . En Ecuador, el desafío se agrava por la rápida expansión de Fintechs, neobancos y billeteras digitales, que no siempre cuentan con procesos sólidos de conocimiento del cliente (KYC) ni con monitoreo transaccional avanzado. A ello se suma una regulación que avanza más lento que la innovación criminal, especialmente en ámbitos como criptoactivos, NFTs y economías digitales. Las nuevas formas de lavado de activos en la región y en Ecuador El fenómeno adopta múltiples formas, muchas de
ellas ya presentes en países andinos como Ecuador: Criptoactivos y finanzas descentralizadas (DeFi): el uso de criptomonedas, mezcladores y plataformas sin
intermediarios permite ocultar el rastro del dinero mediante múltiples
billeteras digitales antes de convertirlo en recursos aparentemente lícitos. Comercio electrónico y marketplaces:
tiendas ficticias o ventas simuladas en plataformas digitales sirven para
justificar ingresos inexistentes, apoyadas en reseñas falsas y devoluciones
manipuladas. Videojuegos y entornos virtuales: la
compra y reventa de activos digitales —como skins o monedas virtuales—
facilita la transferencia de valor entre jurisdicciones con bajo control
regulatorio. Servicios profesionales ficticios:
contratos de consultoría o asesoría inexistentes permiten blanquear fondos
bajo una apariencia legal, involucrando incluso a profesionales reales Fintechs, factoring y neobancos: plataformas
con controles débiles pueden ser utilizadas para insertar dinero ilícito
mediante préstamos simulados, factoring ficticio o verificación documental
insuficiente. Microtransferencias recurrentes: el
fraccionamiento de grandes sumas en cientos de pagos pequeños, por debajo de
los umbrales de reporte, dificulta la detección automática. Lavado “verde” y falsas inversiones sostenibles: proyectos ambientales o fondos ESG inexistentes se usan como fachada
para captar y legitimar recursos de origen criminal. Diversos casos en Latinoamérica evidencian que el lavado no siempre ocurre fuera del sistema financiero, sino que puede infiltrarse en estructuras legales y entidades formales. Escándalos recientes han puesto en evidencia fallas en controles internos, debilidad en la supervisión y ausencia de monitoreo continuo, con impactos reputacionales y regulatorios significativos. Para Ecuador, estas experiencias son una advertencia clara: la combinación de dolarización, digitalización de pagos y crecimiento de plataformas tecnológicas exige reforzar los mecanismos de prevención para evitar que el país sea utilizado como canal de blanqueo regional. ¿Cómo enfrentar estas nuevas formas de
lavado de activos en América Latina y Ecuador? Los expertos coinciden en que la respuesta no puede basarse únicamente en
controles manuales o en el cumplimiento formal. Enfrentar estas tipologías
requiere una gestión de riesgos integral que combine: Monitoreo transaccional avanzado,
capaz de identificar patrones, comportamientos atípicos y relaciones ocultas
en tiempo real. Fortalecimiento del KYC y del análisis del comportamiento
transaccional, para entender no solo quién es el cliente, sino
cómo y por qué se mueve su dinero. Supervisión activa de terceros,
especialmente Fintechs, neobancos y plataformas tecnológicas con las que se
mantienen relaciones operativas. Auditoría interna dinámica, enfocada en
riesgos emergentes y tipologías actuales, no solo en listas de verificación
normativas. Colaboración e intercambio de información, incorporando fuentes abiertas y análisis transnacional para
anticipar esquemas complejos. La capacidad de anticiparse, detectar a tiempo y demostrar control efectivo se ha convertido en un factor clave no solo para cumplir la ley, sino para proteger la estabilidad financiera y la confianza en el sistema. El delito evolucionó. La respuesta institucional, tecnológica y regulatoria debe evolucionar al mismo ritmo. |