El tráfico de cocaína ha devenido
de sangriento negocio a principal amenaza para todos los Estados
latinoamericanos. No hay ningún gobierno de la región que no esté afectado en
mayor o menor grado por este quehacer que a diferencia de la insurgencia de
los 60, corroe insidioso la estructura institucional de los países y asalta
el poder desde adentro, integrándolo y penetrándolo por los cuatro costados.
Es una multinacional exitosa y
según el Comandante del Comando Sur de EEUU. Genera miles de estudios,
análisis, perspectivas, recomendaciones, declaraciones, alianzas, planes.
También empleos, dólares y muertos, por supuesto.
Desafortunadamente los muertos los
ponemos los latinoamericanos quienes, pobres de toda la vida e infantiles
políticos de siempre, nos quedamos con un 30% de la ganancia del negocio
mientras el 70% entra lavado a las economías de los Estados Unidos y
Europa con la gestión de reconocidos bancos.
Es tan importante el flujo de esos 320
mil millones de dólares al año que produce el crimen organizado de las drogas
-equivalente al 1.5% del PIB global y al 7% de las exportaciones
mundiales- que Inglaterra, Italia y España, cumpliendo reglas
económicas de la Unión Europea, oficializaron este recurso como parte
integral de su PIB, junto con la prostitución y la piratería. En España, el
PIB subiría un 3% y en Italia cerca de un 10% al incluir estos mismo
renglones en sus cuentas.
“La cocaína es la respuesta
universal a la necesidad de liquidez. La economía de la coca crece
desmesuradamente y llega a todas partes”, dice el escritor Roberto Saviano.
Es una red comercial y financiera
globalizada que vincula al campesinado menesteroso de las fronteras de
Colombia, Perú, Bolivia y Ecuador con los carteles mexicanos y con la
N’drangheta y la Camorra italianas.
Un reciente informe de la ONU, que
contabiliza las hectáreas sembradas de coca en Colombia, Perú, Ecuador y
Bolivia, productores del 99% de la cocaína que se consume en el mundo,
anuncia una tendencia a la reducción en los cultivos mas no aclara muchos
aspectos. Estima una producción de 5.7 kilos por hectárea, cuando en realidad
debería hablar de producción por cosecha pues si bien la ONU presupone tres
cosechas al año, sin poderlo verificar, hoy en día se pueden producir cuatro
y hasta seis cosechas al año en la misma hectárea. Antes, se obtenía un kilo
de cocaína con unos 350 kilogramos de hoja. Hoy, ese mismo kilo de cocaína se
puede obtener con 250 o 200 kilos de hoja. Es claro que un negocio tan rico
dispone de avances tecnológicos.
William Bronwfield, secretario de
Estado Adjunto para Asuntos Internacionales de Narcóticos, declaró que ha
habido un incremento del 320% del contrabando de cocaína procedente de
Colombia y Venezuela, con 90 - 100 toneladas trasegadas por el mar Caribe.
Los jefes militares norteamericanos
se quejan de la falta de recursos para combatir lo que se considera una
amenaza contra la seguridad de los Estados Unidos dado el contacto de los
carteles del narcotráfico con grupos islamistas extremistas como Hezbolah y
la reciente advertencia de Dick Cheney de un atentado por venir, peor
que el del 11 de septiembre.
El escenario es complejo: la
demanda se mantiene estable en EEUU y en Brasil, el segundo consumidor
mundial; sigue aumentando en Italia, Francia España e Inglaterra; está al
alza en Islandia, Liechtenstein, Noruega y Suiza y se están abriendo a nuevos
mercados en Medio Oriente y el sudeste asiático.
El consumo en Latinoamérica está
subiendo también. Sierra Leona, Guinea, Liberia, Cabo Verde y Senegal en
África están ahora en las nuevas rutas del negocio. Un "servicio
postal" eficaz, eficiente, que cada hora amplía su portafolio con todo
tipo de crimen redituable: minería ilegal, tráfico de personas, prostitución,
movimiento de armas, secuestro, extorsión, piratería y una amplia variedad de
negocios lícitos: agricultura, gastronomía, hotelería, ropa, fútbol,
seguridad privada, bienes raíces, venta de autos, disqueras,
electrodomésticos, gimnasios, etc. Hasta la “red oscura” de internet y el
bitcoin se están utilizando en el comercio de drogas sintéticas.
Según la Unidad de Información y
Análisis Financiero (UIAF) de Colombia, este ilícito podría generar en el
2014 el 2,5% del PIB del país, unos 90 mil millones de dólares que se
lavan principalmente en el contrabando de licores y cigarrillos. De esa
cantidad, el 70% entrarían a los costales y canecas plásticas de los
terroristas de las FARC que lo lavaría especialmente en Ecuador y Panamá con
miras a financiar sus futuras campañas políticas en un posible
post-conflicto. Sendero Luminoso en el Perú y el Ejercito Paraguayo del
Pueblo también están estrechamente ligados al trasiego de estas substancias.
Son insurgencias modelo 60 con motor capitalista 2014.
Aplicando la doctrina leninista
(Segunda Internacional de 1914) de la combinación de todas las formas
de lucha, las FARC acordaron en su Octava Conferencia (1966) utilizar el
narcotráfico para sus objetivos político-militares. No previeron que al
ingresar a este negocio típico del capitalismo salvaje, corromperían sus
bases ideológicas y de disciplina y se convertirían en la segunda
organización mundial de tráfico de drogas, según el ya citado Brownfield,
vinculada con Los Zetas, el cartel de Sinaloa, los Caballeros Templarios, la
N’Drangheta y la Camorra italianas, la Yakuza japonesa y la Bratva rusa. Hoy,
50 de sus cabecillas tienen cargos criminales en EEUU por su responsabilidad
en el ingreso del del 60% de la cocaína que consumen los norteamericanos.
Las FARC son mencionadas por las
autoridades bolivianas como parte de las bandas que mueven tanto la
producción como el tráfico del estupefaciente en Santa Cruz y los Yungas. En
Ecuador, pasean libremente los del Cartel 48 y 29 en Sucumbíos, Carchi y
Esmeraldas. En Venezuela, terroristas de los carteles 10 y 33 re refugian en
Apure, Táchira y Zulia. El trasiego del Cartel 57 es permanente en el Darién
colombo panameño. En la provincia fronteriza de Loreto, Perú, y en la de
Amazonas en Brasil, los avistamientos de miembros de las FARC dedicados al
negocio son frecuentes.
Las fronteras, cada día más
permeables y desreguladas gracias a acuerdos comerciales entre países, son
uno de los principales obstáculos para combatir la organización criminales
como las FARC.
Putumayo-Sucumbíos, Arauca-Apure,
Catatumbo-Zulia, sempiternos escenarios caracterizados el abandono estatal,
petróleo, coca y terroristas, se han convertido en los principales focos de
la producción y comercialización de cocaína colombiana.
Otras fronteras como la argentina-boliviana
en donde según fuentes hay cerca de 1400 mil pistas clandestinas y 2100
familias colombianas dedicadas al negocio, la boliviano-paraguaya-brasileña,
la peruano-ecuatoriana, la chileno-peruano-boliviana también se agitan con
este negocio que se ha venido aposentando en las elites políticas y
económicas de toda la región.
Alta corrupción, desinterés
ciudadano por un oficio que sostiene económicamente a miles de pobres y
de jóvenes desempleados, la rampante impunidad de la región que llega al 95%,
la falta de coordinación internacional como no sea dirigida y financiada por
el tío Sam y la militarización de un asunto típico policial, han convertido
al narcotráfico en un pivote de la geopolítica latinoamericana en donde las
farc tienen un papel protagónico.
De la doctrina de seguridad
nacional, contrainsurgente, se ha pasado a propuestas de seguridad ciudadana
y de combate al crimen transnacional, llevando a los ejércitos de la región
una ambigua transición desde sus roles tradicionales a una poco clara misión.
La tecnología también juega un papel importante en esta dinámica. Drones del
tipo Predator, Reaper y Global Hawk, se utilizan en la República Dominicana
para prevenir los vuelos ilegales procedentes de Venezuela con mercancía
colombiana de las FARC y el ELN, entre otros propietarios, mientras el Cartel
de Sinaloa utiliza otro tipo de aviones no tripulados para pasar la cocaína
de México a EEUU, sin dejar de utilizar los túneles, la catapulta, las
prótesis mamarias y los ultralivianos. Un promedio de cuatro diarios de estos
últimos, cruzan la frontera para entregar la mercancía.
El manejo del problema es hoy más
político que nunca. Las estadísticas no son fiables. Los centros de poder,
desde Washington hasta Buenos Aires entienden que esta “guerra” genera,
además de poderosos flujos económicos subterráneos, virajes políticos en el
manejo de presupuestos, de intereses sectoriales y de emociones populares.
Estados Unidos apunta su dedo acusador a altos rangos militares venezolanos.
Generales y funcionarios bolivianos son vinculados con el negocio. En Perú,
acusan a un ex presidente de haber perdonado a miles de narcotraficantes
condenados. Y con los diálogos en La Habana, el gobierno colombiano está
oficializando la dinámica política del narcotráfico en el país. Para no
mencionar a Brasil ni a México.
Por lo demás, toda una cultura
consumista al mejor estilo capitalista occidental (telenovelas, películas,
literatura, canciones, redes sociales, YouTube, arquitectura, moda) está en
boga y continuará así hasta que la cocaína pase, como la marihuana en su
momento, a un segundo lugar y se legalice o emerja una amenaza peor que ya se
ve en el horizonte: las drogas de diseño, las metanfetaminas, a las que ya le
están apuntando el crimen organizado. Al final, ¿Quién llorara los muertos de
la Guerra de la Cocaína?
©Univision.com
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martes, 15 de julio de 2014
La geopolítica del narcotráfico
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