miércoles, 25 de marzo de 2015

Bandas que cometen secuestro exprés operan hasta con tres vehículos

GALO LIMA, CUMPLIMIENTO Y SEGURIDAD INFORMATICA, 0997344822

 
Rociaron gas pimienta en sus ojos 12 veces, la golpearon con un celular y rompieron su nariz y su boca. También, la pincharon con un destornillador en el cuerpo. Pasó cinco días en reposo. El médico que la atendió le dijo que era un 'milagro' que no haya perdido la vista. Ella es una de las últimas víctimas de secuestro exprés en Quito. Ayer, 24 de marzo del 2015 la joven habló con este Diario. No quiso dar su nombre ni su edad. Teme que los cuatro sospechosos que la atacaron hace tres semanas en un taxi la busquen y la agredan otra vez.
Los asaltantes, antes de abandonarla en un tramo de la avenida Occidental, la fotografiaron y amenazaron. “Si denuncias te matamos”, le advirtieron. Luego otros tres vehículos vigilaron que no gritara ni pidiera auxilio. En la Policía, los investigadores aseguran que esta es una nueva modalidad de secuestro exprés. Los grupos delictivos operan con al menos otros tres autos. Siguen al taxi y le protegen para que vehículos particulares no interfieran en el recorrido.
Miguel (nombre protegido) fue asaltado hace cinco semanas bajo el mismo modus operandi. Tomó un taxi en el sector del parque La Carolina (norte de Quito) y unas cuadras después el conductor se detuvo y tres hombres ingresaron al carro. Una cámara de seguridad grabó esas escenas. En el video se observa que los asaltantes bajan de un segundo taxi y entran al vehículo. Un tercer auto, también amarillo, se para una cuadra antes para interrumpir el tránsito. Este tipo de organizaciones son extremadamente violentas, dice un agente. Incluso, en los últimos meses los policías detectaron un incremento de estos hechos. Solo en enero del 2015 los uniformados desarticularon seis bandas dedicadas a este delito y que operaban en Quito, Guayaquil y Santo Domingo.

La investigación inició porque a las oficinas de la Policía llegaron 120 denuncias de secuestros exprés reportados en seis sectores de la capital en el 2014: 6 de Diciembre y Naciones Unidas, El Condado, Amazonas y República, El Bosque, valle de Los Chillos y Tumbaco. En ese operativo hubo 13 detenidos.



En la mayoría de robos, los sospechosos utilizaron destornilladores, gas pimienta, cuchillos y armas de fuego. En la oficina de Miguel a otros tres compañeros les hicieron también secuestro exprés en los últimos dos meses. Israel (nombre protegido) relató ayer cómo ocurrieron esos hechos. Él y una compañera de trabajo tomaron un taxi en las avenidas América y Naciones Unidas. El conductor les comentó que era nuevo y que le ayudaran a llegar al destino. Simuló desconocer las calles y se estacionó en una zona oscura. Ingresaron tres hombres e inició un largo recorrido por barrios de la ciudad que duró tres horas. La pareja perdió USD 1 200 esa noche. Los asaltantes abandonaron a las víctimas en un sector desolado de Cumbayá. Lo primero que hicieron cuando el vehículo desapareció fue echarse hierba en los ojos para aplacar los efectos del gas pimienta. Un patrullero los llevó a casa. Los cinco hombres que atacaron a Miguel lo dejaron en el parque Itchimbía, en el centro de Quito, a las 23:30 aproximadamente. El secuestro inició a las 21:40. Le quitaron el reloj, los zapatos, el celular y su computadora. Perdió unos USD 3 500. Dos semanas después del asalto, llamaron a su domicilio y le pidieron que acudiera a un sector de Pifo para una entrevista de trabajo. Nunca fue porque la empresa ya lo había contratado semanas antes. Él sospecha que pudieron ser los asaltantes porque en su mochila cargaba documentos personales.
Las víctimas dicen que temen acudir a la Policía por las amenazas que reciben de los sospechosos durante el secuestro. Los investigadores, en cambio, recomiendan denunciar estos hechos. Pero el miedo a represalias es más fuerte. La joven que fue abandonada en la Occidental no olvida las amenazas de muerte que le hicieron antes de dejarla en esa avenida. Incluso le advirtieron que la violarían. La noche del robo, ella perdió USD 200 de su tarjeta bancaria. Sus amigos hicieron una colecta y reunieron USD 50 para pagar los medicamentos. Tres semanas después del secuestro, su estado físico mejoró. Los primeros días después del ataque su rostro estaba desfigurado. Las heridas de Miguel e Israel también ya desaparecieron, pero el daño emocional permanece en todas las víctimas. Ahora, ellas se niegan a tomar un taxi otra vez.

GALO LIMA, CUMPLIMIENTO Y SEGURIDAD INFORMATICA, 0997344822